"Más bien, santificad en vuestros corazones a Cristo como Señor y estad siempre listos para responder a todo el que os pida razón de la esperanza que hay en vosotros, pero hacedlo con mansedumbre y reverencia." 1 Pedro 3:15
Una vida de obediencia a la Biblia es como una casa edificada sobre un fundamento firme. Al terminar su sermón del monte, Jesús dijo:
"Cualquiera, pues, que me oye estas palabras y las hace, será semejante a un hombre prudente que edificó su casa sobre la peña. Y cayó la lluvia, vinieron torrentes, soplaron vientos y golpearon contra aquella casa. Pero ella no se derrumbó, porque se había fundado sobre la peña. Pero todo el que me oye estas palabras y no las hace, será semejante a un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena. Cayó la lluvia, vinieron torrentes, y soplaron vientos, y azotaron contra aquella casa. Y se derrumbó, y fue grande su ruina." Mateo 7:24-27
Jesús señaló el hecho obvio de que la firmeza de un fundamento determina la capacidad que tenga una casa para soportar lluvias copiosas y vientos fuertes. Si un hombre construye su casa sobre arena, caerá; pero si construye su vivienda sobre roca sólida, se mantendrá firme aun en medio de una furiosa tormenta. En estas lecciones, procuraremos construir una casa. Y, mientras las lluvias y los vientos de incredulidad azotan nuestra casa, descansaremos seguros sabiendo que nuestro cimiento es la roca sólida de la Palabra de Cristo.
Sin embargo, aun antes de que podamos poner un fundamento, lo mejor es saber qué tipo de "casa" vamos a construir. Comencemos, entonces, con este aspecto básico.
A. LA "CASA DE LA APOLOGÉTICA"
La palabra "apologética" es derivada del griego apología, palabra bastante usada en la literatura pagana, cristiana y en el Nuevo Testamento mismo. La Apología de Sócrates es un relato de la defensa que él presentó ante la corte de Atenas. Justino Mártir, en su Apología, buscaba defender a sus hermanos en la fe de las falsas acusaciones de que eran objeto de parte del mundo ateo.
Cuando Pablo se puso en pie frente a la muchedumbre en Jerusalén, él dijo "oíd ahora mi defensa (apología) ante vosotros" (Hechos 22:1). Apologizar en este sentido significa presentar una defensa; una apología es la presentación de una defensa; y apologética es el estudio que concierne precisamente al desarrollo y uso de una defensa.
De un modo u otro, la apologética es un área de interés para muchas religiones y filosofías en el mundo. Sin embargo, en estas lecciones se dará atención sólo a la defensa de la verdad cristiana tal como ha sido revelada al hombre en las Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento. Este tipo de apologética se llama "apologética cristiana" puesto que es "la reivindicación de la filosofía cristiana de la vida frente a las diversas formas de filosofías no cristianas de la vida."1 No estamos interesados en la apologética en general sino en un tipo especial de apologética. Para poner esto en términos de la analogía usada anteriormente, la casa que procuramos construir en estas lecciones es la casa de la apologética cristiana.
B. EL SIGNIFICADO DE LA "APOLOGÉTICA BÍBLICA"
Cuando Jesús habló del fundamento seguro que debía hallarse bajo cada área de nuestra vida, estaba pensando en algo específico. El dijo que el único fundamento que puede darnos la fortaleza necesaria para soportar violentas tormentas de pecado y destrucción es su Palabra. Las Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento es la Palabra misma de Dios. La confesión que todos los cristianos tienen en común es que:
"Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para la enseñanza, para la reprensión , para la corrección, para la instrucción en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente capacitado para toda buena obra." 2 Timoteo 3:16-17
La Biblia es la guía con autoridad absoluta para todos los creyentes; sin ella tendríamos que suponer el propósito de Dios, pero con ella las instrucciones de Dios para todas las áreas de nuestra vida se vuelven seguras y claras. De modo que podemos decir con el salmista:
"Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino." Salmo 119:105
Fue en este modo que Jesús se refirió a su palabra hablada la que confirmaba en cada punto la Palabra escrita como el fundamento mismo sobre el que debemos edificar. La Biblia es el fundamento sin el cual todos nuestros esfuerzos se reducen a escombros.
Decir que la Biblia obra puramente como un fundamento para la apologética no da la idea completa, puesto que aun el creyente inexperto puede ver que la autoridad de la Biblia es una de las creencias más importantes que necesita defender. La gran mayoría de los ataques a la fe cristiana se dirigen a la Biblia. A menudo se acusa a la Biblia de contener errores y poseer poca autoridad o no más autoridad que cualquier otro escrito. A causa de que frecuentemente hace falta defender la fe en las Escrituras, la relación que guarda la apologética con la Biblia a veces es mal entendida. La Biblia es al mismo tiempo el fundamento sobre el que debe edificarse nuestra defensa y una de nuestras creencias que debe defenderse. Con todo, demasiado frecuentemente se olvida que la Biblia debe jugar este doble papel. Cristianos bien intencionados pierden de vista este carácter de fundamento que tiene la Biblia y tienden a construir su defensa sobre sabiduría y razonamientos puramente humanos.
La palabra es puesta, por así decirlo, sobre el techo de esta estructura y es sostenida por la apologética. Sin embargo, sostener las Escrituras con una estructura que descansa sobre sabiduría humana como su última autoridad a menudo se convierte en una dificultad demasiado grande. Los constructores de tal casa pueden cerrar sus ojos y afirmar otra cosa, pero la destrucción de esta casa es tan inevitable como para una casa construida sobre la arena.
Como seguidores de Cristo debemos siempre recordar que nuestra defensa de la fe cristiana debe edificarse sobre el fundamento seguro de la Biblia. Si hacemos esto, no habrá peso que sea demasiado grande para ser sostenido; ni viento demasiado fuerte para ser resistido.
Por lo tanto, la apologética bíblica puede compararse a la relación que existe entre un rey y sus generales. Sin duda la responsabilidad de los generales es defender a su rey, tal como la apologética defiende la Biblia. Sin embargo, es igualmente verdad que los generales honorables defienden su rey según las órdenes e instrucciones del rey mismo. Del mismo modo, la apologética debe defender la Biblia ateniéndose totalmente a los principios e instrucciones de defensa revelados allí.
Este papel directivo de la Biblia para la apologética puede verse claramente en 1 Pedro 3:15:
"Más bien, santificad en vuestros corazones a Cristo como Señor y estad siempre listos para responder a todo el que os pida razón de la esperanza que hay en vosotros, pero hacedlo con mansedumbre y reverencia."
En los versículos anteriores, Pedro escribe acerca de los padecimientos por los cuales debe atravesar cada cristiano. El sabe que los momentos en que se sufren los ataques del mundo pecaminoso a menudo son ocasiones en que se olvida que servimos a Cristo, y que debemos obedecer y confiar en él a través de cada prueba. Puesto que Pedro espera que sus lectores den una respuesta adecuada a las preguntas que aquellos que les oprimen puedan formularles, él les manda a que se preparen para sus sufrimientos adquiriendo una actitud adecuada hacia Cristo. Debe tenerse el cuidado de observar el orden en que fueron escritas las partes de este versículo. Primero, Pedro dice, "Santificad en vuestros corazones a Cristo como Señor," y luego agrega, "y estad siempre listos para responder..." Antes de que se deba presentar una defensa, Cristo debe ser reconocido como el Señor, aquel que gobierna y rige nuestras vidas en cada área. Observe que estamos para santificar a Cristo como Señor en nuestros corazones. Esto no significa, como podemos ser tentados a pensar por nuestros conceptos modernos, que sólo nuestra estabilidad emocional debe descansar en Cristo mientras nuestra razón es libre para hacer como le parezca en la apologética. Tampoco significa que el señorío de Cristo sólo deba permanecer encerrado profundamente en nosotros, sin jamás afectar nuestras respuestas a las interrogantes del mundo. Las Escrituras enseñan que el corazón es el centro de la personalidad desde el cual "emana la vida" (Proverbios 4:23). Lo que tenemos en nuestro corazón gobierna no sólo nuestras emociones, sino además nuestra razón y cualquier otro aspecto de nuestra vida. Por otra parte, santificar a Cristo como Señor en el corazón significa que su señorío será eficaz también en todas nuestras acciones externas, incluyendo el defender nuestra fe. De este modo, según Pedro, la sumisión a la autoridad de Cristo es necesaria para una defensa adecuada. Como nuestro Señor, Cristo nos guía cuando defendemos la fe. Esta dirección viene a través de su Palabra, y sin tal dirección, todo es vano.
En las lecciones que siguen, nos preocuparemos de establecer una apologética para la fe cristiana firmemente basada en la roca sólida de la Biblia. Existen grandes cantidades de libros, algunos mejores que otros, que ofrecen diferentes propuestas para defender la fe cristiana. A menudo, esta gran variedad confunde a los no cristianos. Sin embargo, en medio de toda esta confusión, algo queda en claro. En lugar de adoptar un determinado enfoque apologético porque lo usan hombres famosos, por su aparente éxito numérico, debemos escoger el enfoque que esté acorde con los principios de la Biblia. Si queremos una defensa que permanezca y jamás caiga, debemos construirla sobre la Palabra de Dios.
C. LA IMPORTANCIA DE LA APOLOGÉTICA
El estudio de la apologética y el desarrollo de la habilidad de defender correctamente la verdad cristiana es una responsabilidad de cada creyente. Desde el más anciano hasta el más joven, desde el más rico hasta el más pobre, desde el genio hasta el ingenuo, cualquiera que haya confiado en Cristo para su salvación tiene la obligación de estudiar la apologética. Con todo, a menudo hay cristianos sinceros que no toman en serio esta responsabilidad .
Una razón comúnmente aceptada para descuidar la apologética ha sido el concepto erróneo que se tiene de las palabras dichas por Jesús en Mateo 10:19-20,
"Pero cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué hablaréis, porque os será dado en aquella hora lo que habéis de decir. Pues no sois vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre que hablará en vosotros."
De este pasaje han surgido graves malentendidos. Frecuentemente se ha dicho que este pasaje enseña que una confianza absoluta en la dirección del Espíritu Santo cuando se defiende la fe descarta del todo la necesidad de un estudio de preparación. De hecho, se cree que el estudio de la apologética manifiesta una falta de fe y verdadera sumisión a Dios. Sin embargo, tal interpretación de este pasaje no hace justicia a un examen cuidadoso del pasaje mismo ni al resto de la Escritura .
En primer lugar, Jesús no está diciendo "no penséis en lo que diréis", como indican algunas traducciones. Más bien Jesús está advirtiendo en contra de la ansiedad y la preocupación, como muestran traducciones más recientes. En los versículos que preceden a Mateo 1O:19, Jesús dice que sus apóstoles serán llevados ante gobernadores y reyes. Estar frente a tan magnos personajes podía resultar una experiencia aterradora, pero Jesús alienta de antemano a los discípulos en contra de la preocupación y el temor. Debe salir todo temor de aquellos que defienden la fe porque jamás estarán solos. Jesús dice que el Espíritu Santo de Dios les dará fuerza y sabiduría en el momento en que las necesiten. Como dijo Pablo, "En mi primera defensa nadie estuvo de mi parte.... Pero el Señor sí estuvo conmigo y me dio fuerzas ..... " (2 Timoteo 4:16,17). Sin embargo, es importante saber que esta obra fortalecedora del espíritu no es un sustituto al estudio y preparación constante. Si bien somos exhortados a no preocuparnos por la comida y vestido (vea Mateo 6:25 ss.), no obstante se nos ordena trabajar para ganar estas cosas. Del mismo modo, debemos también cumplir nuestra responsabilidad en la preparación. Pedro escribió que debemos estar "siempre preparados para presentar defensa" (1 Pedro 3:15). De este modo, aquel que es negligente en estas materias no se somete al señorío de Cristo y no depende del Espíritu Santo, ya que la verdadera sumisión y confianza resulta en un estudio cuidadoso de la apologética.
Otra razón que a menudo se aduce para descuidar el estudio de la apologética es que la tarea de defender la fe corresponde a los así llamados profesionales, no al laico común y corriente. Se espera que los maestros y ministros logren una defensa planificada cuidadosamente pero se considera que la apologética es demasiado filosófica, abstracta y teórica para practicarse con los laicos. Aun muchos de los que reconocen la responsabilidad evangelística de los laicos piensan que éstos sólo deben compartir el evangelio y si alguien tiene alguna pregunta tocante a la credibilidad de la fe cristiana deben enviarlo a conversar con su pastor, el "experto." Si bien es verdad que los ministros y maestros tienen una responsabilidad de más peso en la apologética que la mayoría de los creyentes, todo creyente tiene el deber de defender la fe. 1 Pedro 3:15, pasaje que ya hemos visto, no admite excepciones. Cada uno debe padecer por Cristo y cada uno debe estar preparado para defender su esperanza en Cristo.
Por otra parte, Pablo deja claro que cada creyente debe estar defendiendo la fe. En su calidad de apóstol, Pablo fue puesto especialmente "para la defensa del evangelio" (Filipenses 1:16). Sin embargo, Pablo sabía que la tarea apologética no era de su sola responsabilidad. De modo que él dice a los filipenses:
"Me es justo sentir esto de todos vosotros, porque os tengo en mi corazón. Tanto en mis prisiones como en la defensa y confirmación del evangelio, sois todos vosotros participantes conmigo de la gracia." Filipenses 1:7
Pablo había sido encarcelado por su predicación del evangelio, pero los cristianos de Filipo no le habían abandonado. Ellos le habían enviado regalos por medio de representantes de su iglesia. En realidad, de este modo ellos se habían involucrado en el ministerio de Pablo teniendo también "el mismo conflicto" que él (1:30). Uno de los aspectos de esa participación con Pablo se describe como "la defensa y confirmación del evangelio" (1:7). Los filipenses fueron elogiados porque habían tomado en serio la tarea de defender la fe cristiana. Del mismo modo cada uno de los que participa en la defensa del cristianismo es elogiado por la Palabra de Dios. La apologética no es sólo para unos pocos; es para todos.
La importancia de la apologética puede verse de varias formas. La habilidad para defender nuestras creencias hará que nuestra evangelización sea más efectiva. No tendremos temor de hacer surgir el tema del cristianismo frente a nuestras amistades y parientes si somos capaces de responder a sus preguntas. Si somos capaces de defender la fe no necesitamos temer ante el más inteligente de los incrédulos. El fervor evangelístico se acrecienta por medio del estudio de la apologética. Por otra parte, aquel que escucha el evangelio puede ver aclaradas sus dudas al escuchar la respuesta correcta a sus inquietudes. Aparte de esto, una apologética bíblica fortalece la fe del creyente. Muchos cristianos son atormentados por dudas que se les presentan una y otra vez. A menudo, estas dudas hacen que el creyente no desarrolle del todo su capacidad para servir a Cristo. La apologética permite al creyente evitar muchas de las tentaciones hacia la infidelidad que pudiera experimentar. A su vez, esta capacidad le permitirá prestar atención a otras materias de aprendizaje y servicio. Aun el cristiano que nunca tiene problemas con dudas, por medio de un estudio cuidadoso de la apologética puede obtener la mayor confianza y el entusiasmo necesario para ser un hijo de Dios más obediente. La apologética es un tema de gran importancia para todos y debe también ser de gran interés para todos.
No existe más que una esperanza: que los creyentes serán equipados mejor para servir a su Señor y desarrollar su reino por medio de la obediencia a él y la evangelización eficaz de los perdidos.
Preguntas de reflexión:
1. ¿Qué es la "apologética cristiana" según este artículo?
2. Describa la doble correspondencia entre la Biblia y la apologética.
3. ¿Cuáles son las dos objeciones que a menudo se aducen en contra del estudio de la apologética? ¿Cómo respondería a estas objeciones?
4. Mencione algunos de los beneficios personales que usted obtendrá del estudio de la apologética.
5. Señale las diversas formas en que 1 Pedro 3:15 se relaciona directamente con el estudio de la apologética.
Capítulo 1 del libro TODO PENSAMIENTO CAUTIVO de Richard L. Pratt Th.D., Harvard University Profesor del Antiguo Testamento, Reformed Theological Seminary, Orlando
1 Cornelius Van Til, Apologetics, p.1.
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