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Foto del escritorBeatriz Buono

De química a editora, una decisión de Dios



¿Son las relaciones un medio para acumular poder, riqueza y bienestar? O ¿es la creación de riqueza un medio para servir al fin de amar a otros? Una manera va contra los principios del universo hecho por un Dios trino (…) La otra es el paradigma del trabajo cristiano (...) El amor ocupa un lugar supremo en la imaginación cristiana. Como afirmó Jesús, ser totalmente humano se reduce a amar a Dios y a tu prójimo. Todo lo demás, nuestros logros, empresa, identidad y sentimientos es algo secundario. Desde luego que esta comprensión de la naturaleza de la realidad debe impactar con fuerza en nuestro modo de trabajar .

Hacía tiempo que la lectura de un libro no me ayudaba tanto para integrar la fe a mi vida, trabajo y servicio como lo hizo Toda buena obra. Conectando tu trabajo con el de Dios (Keller, Timothy. Tennessee, EUA: B&H Español).


A pesar de haberme criado en un hogar no cristiano, estas preguntas con las que inicio el artículo y el valor por el trabajo como servicio estaban presentes en las conversaciones con mi papá, socialista pro Revolución cubana, no tanto con mi mamá más aficionada a las curanderas y a las cartas del tarot. Mi primera experiencia laboral la hice junto a mi padre a los 13 años de edad, cuando lo despidieron de un cargo como jefe de inspectores de una importante compañía de seguros, por haber elegido ser un delegado sindical defensor de sus compañeros. En ese momento, para salir de la crisis económica y laboral, él compró, por unos pocos pesos, en un mayorista en el barrio de Once, ciudad de Bs. As., un enorme lote de Atlas de Argentina. En el patio trasero de nuestra casa fuimos limpiando cada libro y restaurando sus lomos enmohecidos, luego, los embolsamos junto con un volante que incluía las características y su costo. Y así preparados, los vendíamos casa por casa en distintos barrios, en una época en la que todavía los vecinos abrían las puertas y recibían los productos para revisarlos y comprarlos o devolverlos. Lo bueno fue que pude trabajar y ayudar a la familia, sin dejar de cursar el nivel secundario y obtener muy buenas notas.


A los 18 años, ya en la Universidad Nacional de La Plata, provincia de Buenos Aires, tuve mi primer acercamiento a Jesús como Salvador y Señor, en el segundo año de la carrera en Química, gracias a la insistencia de dos compañeros. Como no tenía ni idea de lo que significaba ser cristiana evangélica (ni católica), busqué una librería cristiana en la ciudad para comprar mi primera Biblia y para buscar ayuda. Necesitaba algunos libros básicos para responder a los “ataques” que recibía de algunos estudiantes que cuestionaban mi incipiente fe y me bombardeaban con preguntas acerca de la evolución del hombre y otras cosas por el estilo. Olinka, la vendedora —administradora de la librería de la iglesia reformada en La Plata y del programa radial La hora de la Reforma—, fue mi primera “discipuladora”. Y, por casualidad o causalidad o llamado de Dios, al poco tiempo yo ya estaba trabajando como vendedora en esa librería y un año después, como administradora.

A esta altura de mi vida, me sentía muy dividida ya que por un lado avanzaba la química, por

otro, mi trabajo rentado en la librería cristiana y, por otro, mi servicio a Dios y a las personas a través de la iglesia local y del ministerio de la Asociación Bíblica Universitaria Argentina.


En la universidad, iba camino a obtener la licenciatura en Química. Pero, no conforme con esto y por impulso del Espíritu de Dios, me inscribí en el profesorado en Física y Matemática para estudiar las materias pedagógicas y humanísticas. ¡Además!, seguía con el trabajo “rentado” en la librería, pero… me decía a mí misma que lo dejaría en cuanto lograra mi primer título en la universidad y mi primer trabajo, pasantía o beca como química. Hasta aquí me esforzaba por seguir cumpliendo con todo, mis obligaciones como estudiante y trabajadora, todo con demasiado estrés y poco disfrute.


“¿Y qué de mi servicio a Dios y a las personas?”, me preguntaba, a partir de un concepto muy erróneo y un gran desconocimiento bíblico, como si ser buena estudiante y una trabajadora responsable no aplicaran como servicio a Dios y a las personas. Recién convertida al cristianismo, pasé por una etapa en la que, mal aconsejada por un pastor, me propuse dejar la universidad e irme como misionera al interior del país. Hasta aquí la fe parecía que solo añadía confusión a mi vida.


En ese momento, un líder de la Asociación Bíblica Universitaria vino a mi rescate y me desafió a no renunciar a mis estudios y a ser una misionera a mis compañeros y compañeras en la universidad. Así que me apasioné hablando de Jesucristo a quienes querían escucharme y a los que no querían. Junto con otro compañero cristiano poníamos folletos en los libros que pedíamos prestados en la biblioteca, escribíamos textos bíblicos en los pizarrones de las aulas e inclusive, en un tiempo muy politizado y peligroso, nos poníamos a la par con otros militantes políticos para promover y vender la revista Certeza.


Aunque todavía no me daba cuenta del entrenamiento que estaba recibiendo de parte de Dios y para qué, por muchos años seguí esforzándome, moviéndome por autopistas que iban en paralelo y parecían no tocarse: la licenciatura en Química y el profesorado por un lado, pero logrando también excelentes resultados en la administración y venta de literatura cristiana. Un campo de especialidad para el que no había estudiado hasta ese momento nada formal solo sabía que amaba leer y los libros, que entendía la necesidad de apasionar a otros con la lectura de buenos libros y autores cristianos, y que no me costaba venderlos ni cobrar por esa venta.


La experiencia al lado de mi padre me servía para entender algo que él siempre me decía: “Beatriz, vender y cobrar por lo que se vende, es honroso, siempre que lo que se venda no sea un engaño”. Otra vez Timothy Keller viene a explicar esta aparente contradicción: “Irónicamente los cristianos que entienden la doctrina bíblica deberían ser los que valoran más el trabajo que aquellos que no lo son”. Y es verdad, aunque mi papá valoraba mucho el trabajo y cualquier tipo de trabajo siempre que no fuese un engaño.


Continuando con el relato de mi vida. Casi a punto de recibirme, me invitaron a integrar un equipo para el rescate de la editorial Certeza. Ya estaba a meses de renunciar a mi responsabilidad en la librería cuando llegaron a visitarme hermanos y hermanas, maduros en la fe para ofrecerme un trabajo en una editorial, distribuidora y librería cristiana en la ciudad de Buenos Aires. Me pidieron que pusiera en pausa por tres años la inserción profesional en ciencias para continuar con el ministerio de la literatura cristiana. Me costó responder. Traté de entender si era una propuesta que venía de Dios o del enemigo. Ya estaba trabajando como profesora en Química para los ingresantes en la facultad de Agronomía y había solicitado ser pasante en dos proyectos diferentes en la Comisión de Energía Atómica. (Cuando llegaron ambos telegramas para que me presentara, yo ya había optado por la editorial Certeza).


Keller sigue diciendo:


“Puesto que ya tenemos en Cristo las cosas por las que la gente trabaja —la salvación, el valor propio, una buena conciencia y la paz—, ahora podemos trabajar solo para amar a Dios y a nuestro prójimo. Es un sacrificio de alegría, una limitación que ofrece libertad”.

¿¡Cómo no me di cuenta antes!? Ya tenía en Cristo la salvación, el valor propio, una buena conciencia y paz, ahora me tocaba hacer lo que hiciera solo para amar a Dios y a mi prójimo, sin descuidar el amor a mí misma. Es lo que necesitaba para integrar en lugar de fragmentar, no estresarme tanto y vivir más feliz. Finalmente… gracias a la guía del Espíritu de Dios, al consejo de hermanos y hermanas maduros en la fe, al guiño de mi padre y al amor incondicional de mi Papito Dios, colgué el título de licenciada en Química y me entregué a lo que para mí fue un nuevo comienzo, pero para el Señor, la concreción de un propósito por el cual me había hecho nacer y me venía formando.


Continuando con palabras de Timothy Keller:


“Nuestros ojos capacitados por el Evangelio pueden ver el mundo iluminado con la gloria de la obra de Dios a través de las personas a las cuales ha creado y llamado en todo, desde las acciones más simples, como ordeñar una vaca, hasta los logros más brillantes e históricos. Esta manera revolucionaria de ver el trabajo te proporciona un propósito común y elevado: honrar al Señor al amar a tu prójimo y servirlo mediante tu trabajo ”.

En esta nueva etapa viajé varias veces a Australia, a los Estados Unidos, a Filipinas, Malasia, México, Colombia, Guatemala, Ecuador, Alemania, Inglaterra, … Para capacitarme, completé una maestría en CETI (Centro de Estudios Teológicos Interdisciplinarios), una carrera bilingüe en relaciones empresariales y varias capacitaciones específicas de la industria editorial. “¿Son las relaciones un medio para acumular poder, riqueza y bienestar? O ¿es la creación de riqueza un medio para servir al fin de amar a otros?”. Estas preguntas que, como dije anteriormente, plantea Keller son clave para cada cosa que decidimos hacer. Colgar el título de licenciada fue elegir aparentemente menos poder, riqueza y bienestar. Fue elegir un trabajo sin sueldo fijo que llegó con el desafío de esforzarme para levantar mis propios recursos. Pero no me equivoco al decir que esa fue una decisión de Dios.


 

Este artículo se escribió luego de la experiencia de haber sido parte del Curso Toda Buena Obra con el libro de Tim Keller con Iniciativa Fe y Trabajo América Latina. Si te interesa sumarte a un grupo de estudio puedes buscar información aquí.



Beatriz Buono


Se ha desempeñado por más de 30 años como la directora ejecutiva y editora general en la editorial Certeza Argentina. Gerente de finanzas en el pool de Certeza Unida. Es miembro fundador de la red Letra Viva y coordinadora del proyecto Letra Viva Books en Miami.

Licenciada en Química (orientación química analítica) Universidad Nacional de la Plata, Técnica Superior Bilingüe en Relaciones Empresariales en CAFI (Centro Académico de Formación de idiomas). Magister en teología con orientación en familia en CETI (Centro de Estudios Teológicos interdisciplinarios). Desde su conversión a Jesucristo sirvió en la Asociación Bíblica Universitaria Argentina (IFES A.L.) en diferentes áreas. Actualmente como presidenta de la Junta directiva y la representante legal.


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